HOMENAJE A TODAS LAS MADRES

Autor: Jairo Alfredo Galvis Cruz.
La fiesta de la Madre era, sentimiento, cariño y gratitud, así se celebraba en nuestro pueblo. Desafortunadamente, la conmemoración en muchas partes se ha vuelto un acontecimiento comercial. Invitamos a rescatar la celebración como cuando esta nacía del corazón. Era costumbre en San Juan de La Vega de los años 40 y 50, que la fiesta en homenaje a las Madres, se celebrara el último sábado de Mayo. Festividad que se realizaba gracias a la gestión de los extraordinarios educadores, en las escuelas urbanas y rurales, porque en esa época en el municipio no existían instituciones de educación secundaria. Para esta conmemoración, los estudiantes llevaban obligatoriamente el uniforme, pantalón y camisa blanca lo niños; las niñas la blusa blanca y la jardinera azul de la llamada tela gallineta. Como símbolo de la fiesta, todos los niños y niñas portaban prendida con gancho o alfiler al bolsillo de la camisa o de la blusa del uniforme, una flor; casi siempre un clavel o una de nuestras silvestres y hermosas flores, de color blanco o rojo. El clavel o la flor blanca la llevaban los escolares cuando el niño o niña desafortunadamente había perdido a la progenitora, la flor roja la lucían aquellos pequeñines que gracias al cielo contaban con este ser querido. La presentación era radiante, los profesores se encargaban de que la tarima o proscenio estuviera engalanado con flores, festones y motivos alegóricos a las madres, todos llenos de colorido y armonía. Los niños iban llegando desde temprano uniformados, con sus sencillos regalos: un jabón de olor, una peineta, una chalina, un corte o retazo de tela, o cualquier objeto que con mucho amor, los chiquillos habían obtenido para demostrar su cariño a la madre, unos en el almacén de Leonilde Luque de Matiz o de su hermana Amelia de Casasbuenas, en los toldos del batán que lo domingos colocaban en la plaza, en el almacén Florián o donde Luis Chuzcón que traía encargos de la sabana. Estos presentes eran empacados en papel de seda o algunos brillantes, con las tarjetas y ramitos de flores para las madres; estos detalles se ejecutaban en la clase de manualidades o de dibujo. Al llegar al patio de formación, los escolares buscaban las filas para estar prontos a rendir el más sentido homenaje al ser que les dio la vida y que con su ternura apacigua todos los dolores, sufrimientos y brindaba amor, cariño y comprensión; aunque en aquella época se convivía con la chancleta el tirón de orejas y la corrida por el patio con el zurriago, para corregir al chino travieso, por que como decía mi mamá: Porque te quiero, te aporreo. Esta solemnidad se iniciaba con la misa campal, cantada y con homilía a cargo del Cura de turno, donde se resaltaban las virtudes de la madre Veguna: laboriosa, abnegada, amorosa y entregada al hogar. En el programa preparado por los niños y niñas, estos cantaban, recitaban y presentaban sainetes, comedias o cuadros alusivos al amor maternal y a la entrega permanente de la madre por sus hijos. Nunca faltaba en estas festividades el poema o la elegía a la madre muerta o a la mamá ausente, con lo que los organizadores buscaban y lograban hacer brotar de toda la concurrencia, chicos y grandes unas cuantas tristes y sentidas lágrimas. Esta elegía durante bastantes años, estuvo a cargo de nuestro poeta parroquial, Manuel Sánchez. Una de las canciones que no faltaba en el programa era: Mantelito Blanco del compositor Chileno Nicanor Molinare, interpretada y popularizada en Colombia por el maestro Luis A Calvo, cuando estuvo recluido en el lazareto de Agua de Dios; allí lo acompañó el músico Veguno Miguel Moreno Beltrán. El poema preferido era la Elegía a la Madre muerta, del poeta Ricardo Nieto. Las representaciones se realizaban en el patio de las escuelas, pero en algunas ocasiones los profesores lograron unir en una sola representación a las escuelas de niñas y de niños en el atrio de la Iglesia Parroquial. Cuando las mamitas, recibían como regalo, el corte o retazo de tela, que vendían en el almacén de la señorita Rosario o en el de Lastenia Rojas de Rodríguez. El lunes siguiente orgullosas estaban mandando hacer el vestido donde Carmenza Díaz Torres en la calle de los Naranjos, donde Emita Gómez en el almacén Florián o donde Eva Ramírez de García en la esquina del potrero del Chircal. En estas modisterías con los figurines amarillentos por el tiempo, las santas madres, escogían el modelo de su predilección que más las cubriera. Terminada la ceremonia, las mamitas salían corriendo, para llegar prontamente a sus casas a preparar el almuerzo que no daba espera, para el marido y los hijos. También se realizaron estas representaciones alusivas a la madre en el teatro Astoria, que estaba ubicado en la casa de Benjamín Luque, una cuadra abajo de la Alcaldía. En el municipio existieron dos de estos salones: El Teatro América de Josué Linares Gutiérrez, el primero que existió en población, pero que desafortunadamente estando en una proyección en el año 1947, el teatro fue arrasado por las llamas, este local cultural funcionó en la casa de Aquilino Castañeda, en el marco de la Plaza, frente a la casa de Tulio y Anastasia de Díaz; donde después funcionó la Caja Agraria y hoy está el almacén Ara. El otro Teatro que existió, fue el Teatro Astoria de Hernando Linares García, ubicado en la casa de Benjamín Luque Delgado, teatro que contaba con luneta, platea o gallinero y escenario para las presentaciones en vivo. Al viajar Hernando Linares, cuando fue nombrado pagador de la Eca (Empresa de aeródromos de Colombia) en Cúcuta, el teatro quedó en manos del propietario del local, su propietario lo rebautizó años después con el nombre de Teatro Elvira en honor a su esposa Elvirita. Con este nombre supervivió el teatro hasta su cierre en el año 1968. Hasta la fecha estos centros culturales, no han sido reemplazados por otros salones de entretenimiento y esparcimiento cultural y será difícil tener nuevos teatros porque la Televisión y las proyecciones modernas, son competencia insuperable para estas salas de esparcimiento. Una de las últimas presentaciones en el Teatro Astoria o Elvira, estuvo a cargo del Mundialmente famoso Mago Gustavo Lorgia, alumno aventajado de Jaime Bernal Maldonado, el del Hotel La Juanita, Jaime fue importante industrial, dueño de Odorite, tenía como pasatiempo la magia. El mago Lorgia se presentó como show central en un bingo en el Balneario Turístico, a favor del Ancianato, bingo organizado por la Madre Mariana Gómez, las amigas de la Asociación de Amor a La Vega entre ellas: Mariela García de Ulloa, Clarita Ulloa de Sotelo, Gladys de Yáñez, a mediados de los 60. Fue tal el éxito del espectáculo, que los asistentes pedían más números, y fue entonces cuando Jaime, deslumbró a sus paisanos con sus proezas y dotes de ilusionista. Al conocer el mago Lorgia, el propósito del evento, se ofreció para presentar una función gratis en el teatro del pueblo a beneficio del Ancianato, la gente no cupo ese domingo en el teatro Elvira. Por qué, en el pueblo se celebraba el sábado y no el domingo, como era tradición en muchos lugares de Colombia la Fiesta de la Madre? Por qué el domingo era día de mercado y las mamitas estaban muy ocupadas, trabajando en sus negocios, haciendo el mercado, o trayendo la bestias con la carga al pueblo para vender en la plaza lo que se cultivó , o también lidiando con la tomata del marido y además buscando donde o como almorzar con la familia. Pues recordemos que era su fiesta, pero ellas no tenían descanso y eso que nuestros paisanos decían que no hacían nada.

A TODAS LAS MADRES DE NUESTRO PUEBLO ¡GRACIAS Y FELIZ DIA!